El misterio que no detuvo al comercio 👻

Acabamos de dejar atrás Halloween, una fecha que devuelve a la superficie viejas historias de misterio. Pero pocas unen tan bien el enigma y el comercio como la del Mary Celeste, un bergantín mercante estadounidense que partió de Nueva York el 7 de noviembre de 1872 rumbo a Génova, con 1.701 barriles de alcohol industrial cuidadosamente estibados en su bodega.

¿Sabías que…
menos de un mes después fue hallado a la deriva frente a las Azores, sin un solo tripulante a bordo?

El 4 de diciembre, el capitán David Morehouse, del Dei Gratia, divisó el barco con las velas rotas, las escotillas abiertas y el bote salvavidas desaparecido. A bordo, todo seguía en su sitio: comida en la despensa, juguetes en la litera de la hija del capitán, el diario de navegación detenido el 25 de noviembre junto a la costa de Santa María.
No había sangre ni señales de lucha, pero sí un detalle que alimentó el desconcierto: un metro de agua en la bodega y el equipo de medición abandonado en cubierta, como si la tripulación hubiera actuado con prisa.
El Dei Gratia decidió remolcarlo hasta Gibraltar, donde las autoridades británicas abrieron una investigación. Se analizó cada tablón en busca de violencia, fraude o piratería, pero el veredicto fue claro: sin explicación plausible. El barco estaba en condiciones de navegar, y la carga —por increíble que parezca— fue entregada con éxito.

Un nombre que traía mal viento
 
El Mary Celeste no era nuevo en la desgracia. Nació con otro nombre, Amazon, y en su primer viaje perdió a su capitán. Después encalló en una tormenta y fue abandonado antes de ser reparado y rebautizado.
Años más tarde, el capitán Gilman Parker intentó hundirlo frente a Haití para cobrar el seguro. El fraude fue descubierto y el barco quedó destrozado sobre los arrecifes.
Un final tan torcido como su leyenda: del misterio a la estafa, del mito al naufragio. Un barco que, incluso vacío, nunca dejó de contar historias.

Comparte

Facebook
Twitter
LinkedIn