La estatua que quiso iluminar Suez 🗽

Mientras el comercio mundial observa con expectación cuándo volverá a reabrirse plenamente el Canal de Suez, merece la pena recordar su origen.
Estos días se cumplen 156 años desde que Egipto inauguraba la obra que acortó el planeta y transformó para siempre la escala del comercio. Fue el momento en que la ingeniería se volvió símbolo, y el mar, una frontera vencida por la voluntad humana.

¿Sabías que…la Estatua de la Libertad “nació”, en realidad, en Egipto?

El escultor francés Frédéric-Auguste Bartholdi viajó por el Nilo en su juventud y quedó fascinado por los colosos de Abu Simbel y el Faro de Alejandría. Inspirado por ellos, presentó años más tarde un proyecto para la entrada norte del nuevo canal: una campesina egipcia con túnica y antorcha, a la que llamó “Egipto llevando la luz a Asia”.


La figura debía actuar como faro en Port Said, iluminando el paso entre el Mediterráneo y el mar Rojo: Oriente y Occidente, conectados por la luz del comercio. Pero Egipto, endeudado tras la construcción del canal, rechazó el encargo.

Bartholdi no abandonó su idea. Diez años después, la transformó. La fellah egipcia se convirtió en Libertas, la antorcha del progreso pasó a ser la luz de la libertad, y el destino cambió de costa: de Port Said a Nueva York.


Lo que iba a celebrar el comercio entre dos mares se convirtió en emblema de esperanza para millones de inmigrantes.El símbolo cambió de idioma, pero no de propósito: unir orillas.

El otro faro de la historia

Siglos antes, otro faro había cumplido la misma función: el de Alejandría, una de las siete maravillas del mundo antiguo. Su linterna, alimentada por fuego y espejos, guiaba el tráfico marítimo que unía África, Asia y Europa. Cuando se derrumbó, Egipto perdió su torre, pero no su vocación de faro: de aquel linaje nacieron tanto el proyecto egipcio de Bartholdi como su reencarnación americana.

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